viernes

Soledad

 La sutil y delicada tarde que puedo ver desde mi ventana, veo el amanecer del día, y el crepúsculo de la noche.

 Un cielo azul, que se vuelve gris, para luego cambiar al recinto negro de la larga noche, pronto esta soledad se vestirá en la gala al mirar el manto negro con brillantes estrellas.

Dan en la oscuridad como un rayo de luna acompaña de luz rompiendo la monótona soledad.

  La ingeniosa puesta de sol, que pinta de magia de colores extraordinarios y cambiantes de tonalidades.  Mientras el día muere y noche nace.

 Observo callada y acompañada de mi silencio, la oscuridad de la caída de la noche naciente, que es pasajera, enigmática y austera.

  El cielo no solo se viste de brillantes y fugaces estrellas, también la luna está pintando con sus rayos de plata plagiados entre la silencio de la noche el amplio firmamento. 

  Nos recuerda el paso del tiempo y el efecto que llegó el otoño de nuestras vidas.  

  El olor a miel caliente, y el jugo de manzana, una exquisita fragancia a canela inundando con su aroma la soledad de la noche.

   Se acerca la noche y los recuerdos invaden mi mente, pero no olvido que me acompaña esta soledad con el sonido del agua que corre en el río.

  Así como las cuatro estaciones vienen en este lugar, hay etapas en nuestra vida que se visten del pasado, y jamas se puede olvidar el nacimiento de un hijo, y ver crecer un árbol y los versos escritos desde la infancia y tal vez hoy perdidos en un cuaderno viejo, escondido por el tiempo.

  Da sus frutos con el tiempo, la sombra y refugio, y cuando llega el ocaso de la vida, solo queda la soledad de nuestra existencia.

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