En un día de lluvia, en mis brazos mi Calla, el agua que cae del cielo y alimenta toda la naturaleza, a igual que la atención de los ojos de mi bella nieta, que se perdían en la distancia, mientras veía convertirse una tarde de verano en pequeños riachuelos, que rodeaban mis pies.
Mi niña que todavía no hablaba solo veía absorta, la belleza que denotaba este lugar, haciendo más verde el esplendoroso y suntuoso pedacito de los Berkshires.
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