Un día lluvioso como hoy, hace cuatro décadas, mis ojos derramaban torrentes de lágrimas, mientras el carro se alejaba de donde crecí.
Mi corazoncito estaba hecho trizas, millón de pedazos, millones de ellos, Iban cayendo de mi pecho, y sin darme cuenta, dejaba rastros para que mi amor, me encontrara.
Las llantas eran un sonido estremecedor, no sabía a donde me tomarían, mis sueños se iban desvaneciendo, no sabía cuál será mi destino, como me dolía, dejar la tierra que amaba.
No solo era la ciudad, lo que más me dolía el que me alejaran a mi adolescente tierno, que tomo mi corazón, como lo amaba, como lo quería, mi llanto de dolor, salía como un gemido, que iba alejándose la ciudad donde él y yo vivíamos.
Mientras el chofer conducía, me preguntaba el porqué de mi llanto, y yo no podía articular palabra alguna, me estaba ahogando, mi aliento era los sollozos de mi corazón, al saber que nunca volvería a ver al muchacho que yo amaba.
Seguía el viaje, ya no quería vivir, solo pedía a Dios que me lleve con el, y me deje donde estaba el, continuaba como me alejaban, ni mis súplicas eran suficiente, para para esta travesía siniestra, a donde no quería ir.
De pronto el chofer paró y me ofreció un poco de agua y tratar de hablar conmigo, mis labios enmudecieron, ya no quería nada, solo quería regresa a donde estaba él, la impotencia de no saber cómo comunicarme, irrumpía en mi el gran silencio.
Me destrozaron mis sueños, me alejaron de lo que más amaba, y sabía que no solo era un amor solitario, era su amor también, no podía imaginar que el tiempo transcurriera, y yo sin poder saber cómo estaría el.
No hay comentarios:
Publicar un comentario