viernes

El Amor que sientes Tú

   El amor llega inadvertido y simplemente te alcanza cuando no te imaginas. 
   Que es el Amor? es una sensación bonita que se transforma en una emoción inexplicable y cuando no nos damos cuenta se ha convertido en un sentimiento, hermoso, único, y solo con sentirlo sabemos como es. Pero ahí esta la interrogante, hay amores tiernos, hay amores dulces, hay ami maravillosos, hay amores que duran toda la vida y también hay amores efímeros, hay amores que se confunden con una ilusión, pero si que hay amores de amores como el tuyo y el mio. 
   Como es nuestro amor? es simple, sincero y honesto, no hay me tiras, no hay engaños simplemente como nuestro amor no existen dos. 
   Que es el amor? sientes mil mariposas volar en tu interior, escuchas melodías románticas en tu pensamiento, es cuando al mirar directo a los ojos del otro, su mirar se transforma en un rayo fulminante que llega al corazón, y de pronto se transforma un tu y yo.  
   Que es el amor? se nos quita el sueño, se nos quita el hambre, y tan solo sentimos una gran urgencia de estar solo los dos.  
   Que es el amor? te transforma, te convierte y sabes que tu corazón me pertenece, y el mio es totalmente tuyo. 
   Que se podría decir del amor si tantos poemas ya se han escrito, hay tantas canciones de amor, hay tantos corazones esculpidos en la piel de los arboles, hay tantos corazones de todas las formas y colores, pero hay solo dos corazones que descansan en el mio en tu pecho y el tuyo en el mio.  
   Hay amores perpetuos y eternos como el tuyo y el mio, este gran amor que nos tenemos que solo los dos lo entendemos. 
   Que es el amor? solo el que cada uno siente, la respuesta de esta pregunta la tienes tu. Es el amor que sientes tu, y de una manera callada, lo disimulas, pero lo sabes tu en secreto, cuando piensas en mi y yo en ti.


A. P. Illingworth

lunes

La Distancia Con Mi Madre

   Cuantas cosas han pasado y cuántas cosas hemos vivido, pero hoy hay está distancia, que nos separa. En un rincón de mi casa te escribo, necesito tus besos, necesito tus abrazos, necesito oir tu voz, pero estas tan lejos, inalcanzable para mi. 
   Desde mi ventana miro la densa oscuridad de la noche, no hay brillan las estrellas hoy, mas bien me acompaña esta tristeza que tengo en mi interior. 
   Grito tu nombre y un sutural silencio me contesta, y me estremece y me hace sufrir, a mi alrededor tan solo están los recuerdos tuyos, que noches mas largas de insomnio y siento en mi alma esta soledad. Consuelo no tengo, la distancia nos separa y no te puedo alcanzarte, viene a mi mente tus ojos verdes azulados profundos, hermosos y grandes, que siempre apaciguaron mis dolores y calmaron mi intranquila alma y hoy no los tengo porque ellos se cerraron por siempre en la eternidad, privándome de tu dulce mirar, la distancia que tenemos solo se remediaría, construyendo una escalera que llegue al cielo, y poder subir a donde tu estas. 
   Como te extraño y cuánto necesito escuchar tu dulce e imponente voz de autoridad, cuanto me decías cuánto me querías, y cuánto me amabas y tantas lecciones me enseñabas, y yo siempre te contestaba que tan solo te amaba. parecen dos grandes ríos con un gran caudal de lagrimas que brotan de mis ojos, y bañan mi rostro sin consuelo. 
   Sufro al sentir tu ausencia amada mía, mi amada madre de mi vida. Te fuiste en tu dulce y apacible sueño, tranquila y bella pero te llevaste contigo mi razón de vivir. 
   Cuanto te necesito, te amo solo enséñame como llegar al paraíso donde estas y te alcanzo para sentir de nuevo los brazos de mi madre. 

viernes

Mis niños Tannia, Ingrid, Kenny y Mia.

   El esplendor de la  luz del nuevo día, otra oportunidad de vida, se escuchan el trinar de los pájaros, en los verdes llanos conejos y ardillas corren, se ve en el bosque cercano venados, alces, lobos, y osos. Todos están contentos se ven a las crías nuevas, tiernas y juguetonas. Sin miedo se acercan a los jardines de mi casa, y yo las miro por la ventana. Ellas saben que estoy, observándoles, pero no me tienen miedo por que ellas saben que las alimento en invierno, y me deleito con ellas en verano. 
Algunas veces mientras dibujo se acercan sigilosas para ver que hago, con sorpresa miran  al ver mis dibujos, se podría decir que quiere que les cuente mi historia. 
   Que les podría decir de mi vida, mis hijos han crecido, y se fueron dejando el nido vacío, y cada uno de ellos, abrió sus alas y levantó el vuelo para enfrentarse con sus respectivos destino. 
   Hoy me queda el silencio, y el recuerdo, de sus risas, y llanto. De sus travesuras e ingeniosas aventuras.  No puedo quejarme todos fueron niños buenos, penas no me dieron, más bien me rodearon de su gran amor y ternura. 
   Mientras largas jornadas de trabajo hacia, ellos me esperaban contentos para ver a su madre unos pocos minutos robados al tiempo. 
   Cuantos recuerdos mis niñas, dos de ellas son madres, y mi otra mi amor de mi vida trababa y disfruta.  Mientras mi hijo, mi niño trabaja arduas jornadas, como yo lo hacía. 
   Que gusto verlos a todos grandes y muy juiciosos enfrentando su destino. Que alegría  ver mis niñas grandes mujeres trabajadoras, y profesionales, y mi hijo inteligente, apuesto, con tantas ganas de conquistar el mundo. Pareciera mi tarea esta cumplida, pero no es cierto por que tengo tantos nietos y hay que ayudar mientras mis fuerzas lo  permitan. 
    Mis hijos crecieron lejos de mis amados padres y hermanos, no tuvieron la suerte de conocer a mi gran paterna y materna familias. Creciendo en este extranjero suelo donde ellos nacieron, aprendieron otras lenguas pero con orgullo también  la mía. 
    Que bonito se ve todo verde, y como resalta, el sol con sus rayos el lugar donde crecieron mis hijos, y hoy mis nietos.

A. P. Illingworth

martes

Para mi Amado

   Muy elegante, apuesto y todo un caballero es el, habla elocuentemente y cuando miro sus ojos me pierdo en ellos. 
   Un sentimiento de un gran amor se apodera de mi dejándome, sin palabras al ver quien es él. 
   La distancia no mata un gran amor mas bien lo fortalece, como pasa con el mío. 
   Cuando oigo su voz se me estremece  el alma, y hace que la elocuencias de mis palabras fluyan, por que yo confió en él. 
   Lo llamo mi medicina, por que le cuento lo que me acongoja, lo que me hace daño, lo que me preocupa, es el que con su dulce voz me apacigua. Pero creo que no se da cuenta, que no diera para estar con el, si fuera necesario mi vida misma. 
   Algunas veces mis labios no dicen, lo que mi corazón quiere, como el sabe como soy, no pregunta, por que el me conoce mejor que yo misma. 
   El es único callado y sincero y el disfruta como yo escuchar nuestra voz. 
   El amor es único, bello y sincero. Siempre y cuando es un verdadero Amor, cuando es único, que nada lo inquieta, que nada es mas fuerte que este noble sentimiento. Que engrandece el corazón del hombre, y emana del alma de una mujer, el amor no conoce fronteras, no conoce limitaciones un verdadero amor no muere ni con el tiempo ni la distancia. 
   Escrito hoy para mi Amado por su Alex

A. P. Illingworth


lunes

Mis Abuelos

   Una imagen hermosa, hasta se podría decir angelical. Se levantaba cuando el sol salía, de pronto como magia se escuchaba, el sonido de una escoba, mientras en la cocina la leche hervía,  entre el sueño se confundía y una dulce voz me decía, levántese que es hora de dar gracias. Cuando vaya a la cama pida perdón a Dios por los pequeños o grandes pecados cometidos durante el día, y cuando amanezca de gracias al Creador por el milagro de la vida. 
    Yo siempre fue callada nunca respondía por que jamás podría lastimar a la mujer, que yo veneraba y amaba. Sin refunfuñar de inmediato me vestía que maravilla ver a mi Liita, lista para el día. Lo primero que me enseñaba a rezar y luego empezar el día. Ella con dulce voz decía, en esta edad es difícil comprender pero algún día lo harás, de pronto ella llamaba a otro amor de mi vida, mi Arturito, mi abuelo, padre y amigo, ella decía Joven el desayuno está listo, venga antes que se enfríe, luego se levantaban el batallón de mis hermanos, mientras mi hermana batallaba con el sueño, Liita decía es hora de ir a la escuela. 
   La escuela Providencia estaba muy cerca de la casa  mi hermana Conchi y yo caminábamos hasta llegar a la construcción de piedra que majestuosa se levantaba, no ha gusto íba, por que me alejaba lo que amaba, pero que remedio con las madres tenía que lidiar, y a misa en la mañana asistir. Mi gran consuelo era el ver en el altar el cuadro de la Santa faz mirar.  En ese tiempo la misa el sacerdote en latín daba, y si me preguntan lo único que recuerdo el olor del incienso. Por fin era hora de regresar a casa y veía el hombre más bello esperando por sus nietas, que nos decía hermanitas, mi abuelito Arturito, de camino a casa, primero a saborear el dulce frío de los helados de Pedrito del parque Cevallos, y jamas se podía olvidar las pastas del pastelero, pero teníamos que comer rápido ese manjar especial casi cotidiano, Arturito veía que nuestro rostro esté limpio, y decía no digan nada, y como buenas aprendices nuestros labios se sellaban, cuando la gran puerta se habría corríamos a ver a Liita, y ella sabía lo que habíamos hecho, pero ella se desentendía como que no sabía. A cambiarse el uniforme, lavarse las manos y sentarse a la mesa, antes de empezar a comer a Dios gracias teníamos que dar, luego nos decía a descansar y sin olvidarse las tareas escolares, hay que luchar con la ignorancia y aprender a ser letrado, el libro es el mejor amigo de un niño, adulto y de un anciano.      
    Terminábamos la tarea y yo corría para ver si errores tenía, y que maravilla cuando mi abuelita me decía perfecto y si que el corazón me dolía cuando no hice perfecto, las lagrimas corrían y Ella me decía, de las equivocaciones se aprender a enmendar los errores. Que cosas de la vida nuestro juguete era mi abuelo Arturito, jugábamos que médicos hermanos, y pues como disfrutaba Arturito mientras horas pasábamos con El. 
   La inocencias de niños en contrabandistas nos convertíamos, cuando mi abuelito en cama se encontraba enfermito el pobre, y de quejaba de lo insípido de la comida mis hermanos, y yo nos ideábamos cómo subir sal escondida, sin saber que el galeno había dicho, cuidado con la sal por que Don Arturo le hará mucho daño a su corazón. Cual delicia saboreaba mi Arturito, hasta que llegaba mami Betthy y al probar su comida en gran lio nos metíamos era salmuera, pero lo importante era verlo contento. Mamá le contaba a Mamá Lia y no había peor cosa que ver los grandes ojos de mi abuelita no se disgustaba más bien nos enviaba al cuarto. Pero casi de inmediato venía Betisita y Liita y la vida nos perdonaba y desde ahí nos revisaban antes de subir al tercer piso de la casa donde el gran cuarto estaba y lo mejor de ello Arturito se encontraba, que cosas del recuerdo que las plasmó antes que se me olviden, constancia quiero dejar a todos los que descendemos de Arturito y Liita la familia Illingworth-Carrasco que si contamos de uno en uno un ejercito formamos y yo como la más vieja de los nietos quiero pasar estas gran memoria a que sepan quienes fueron nuestros abuelos Guillermo Arturo Illingworth Quevedo y Rosa Lia Carrasco Astudillo, las personas más extraordinarias que quiero inmortalizar en mi historia, y dar un legado para todos de esta gran familia.

A. P. Illingworth