lunes

La Magia

La noche oscura ha llegado, 

A pesar que hay claridad y legado,

Pienso en ti y veo la magia,

Que a los dos nos contagia,

Los recuerdos afloran como ahora,

A pesar que el alma llora.


Experimento esta necesidad, 

De ti te digo con sinceridad,

Hoy invade mis sentidos,

Invade todos los destinos,

Hace latir mi corazón rápido e intrépido, 

Como al escuchar el tuyo te lo pido.


Deseos de carne son más fuertes,

Como el agua que emana de las fuentes,

Por ti solo puedo decirte me muero,

Necesito tenerte y que inyectes en mi, suero

El amor tuyo circula en mis venas,

Y me hace olvidar las penas.

 

Te siento a pesar de la distancia, 

Recuerdo tus ser con vehemencia, 

No quiero perderte,

Quiero yo tenerte,

No mires para ningún lado,

Solo piensa que nos hemos delatado. 


Que sepa el mundo que sentimos, 

Puede enterarse todos sin pesimismo,

Solo quiero decirte que sin ti me muero,

No necesito ningún suegro,

Solo a ti por que me muero.

Lluvia

Bendecida cae como un torrente aguacero,

Fertiliza y nutre los campos,

Líquido milagroso que preservas la vida sobre la tierra,

Para mi viene tu recuerdo en una melancólica tarde,

Recuerdo tu rostro que mi memoria,

Lágrimas del cielo caen milagrosas,

Limpian las mías que caen en mi rostro.


Lluvia tierna, agua celestial das vida, y fertilidad,

Traes en los más gratos momentos vividos,

Mientras mojabas mi piel, Delineabas las curvas de mi cuerpo,

Mientras mis manos extendidas al cielo,

Era el vals que bailaba contigo.


Como recuerdo los olivares,

Vienes a mi tus ojos verdes que loca me volvieron,

Como no amar a la lluvia,

Si es como te amo a ti,

Abundante como las gotas del cielo, tierno y dulce,

Como la mujer que estrechaste en tus brazos,

Aún recuerdo ese beso profundo,

Que parecía venir infinito,

Y cada uno de ellos,

Enloquecías mis entrañas,

Pero como saber que era el llamado de tu cuerpo, Para hacerme tuya.

Cuando recuerdo el agua caer dibujando mi cuerpo a través de un vestido de seda, que afirmaban una mujer joven, que deseaba vivir, soñaba y amaba, y de su pensamiento no pudo apartarte, aquel joven muchacho, su primer beso me dio.

Tal vez nunca supo besaba una dulce mujer y aprendía como corresponder con sus labios el gran amor que sentía por el.

Años esperar el encontrarlo, saber que está vivo, y que siguen nuestras ideas, uniéndose en una sola, así como el llamado de nuestros cuerpos de ser el uno del otro.

Labios rojizos con los primeros llamados de la primavera nuestra, que mostraban deseos, y desnudaban nuestros cuerpos, a pesar que nuestras vestimentas seguían cubriendo nuestras carnes de inocencia.

Con manos fuertes, estrechabas mi cuerpo, con cuidado y devoción evitabas tocarlo, para no despertar el llamado sexual, que en ese entonces adormitaba en el interior de nuestros cuerpos.

El Sacerdote y Bella

Había una vez una joven mozuela, que ayudaba en el almacén Religioso de su madre, a limpiar y mantener todo en orden, ya que cierto local era muy conocido por el pueblo.

Aquel día mientras sola estaba, recién llegada a esa ciudad, en la cual gente no conocía, uno que otro pariente que había visto una que otra de niña.

Su mente divagaba por problemas que le agobiaban, no había ese día gente que comprara, y mientras ella los cirios arreglaba, no puso atención quien entrara.

Cuando de pronto estaba subida en la escalera, para alcanzar lo alto de donde tenía que ir la mercadería, cuando ella si tío en su cintura, unas manos fuertes que la sostenían, que susto sintió, sin saber que pasaba, de pronto, estaba en los brazos de un hombre desconocido, que le miraba directamente a sus ojos.

Sorprendida y un poco aturdida, se quedó sin palabras y tan solo ella miraba al hombre que le sostenía, muy mozo, de piel blanca, pelo negro, ojos verdes, su camisa tenía un poco abierta y descubría un hermoso Cristo crucificado de oro, que brillaba como si fuera una luz, que emitía esa cruz.

Mientras entrelazado miradas, un silencio casi mágico los rodeaba, de pronto el hermoso hombre, casi susurrante exclamó “simplemente Bella” en el momento de miradas entrelazadas nuevamente el buen mozo replicó “No sabía que los ángeles bajen del cielo” de pronto la joven reaccionó, suavemente le dijo! Me bajas por favor.

El con una sonrisa respondió poniéndole con mucho cuidado, en el suelo frío de ladrillo del convento, el silencio reinaba mientras solo con sus ojos hablaba.

Historia de un vestido Blanco

La maldad está en cualquier parte, no sabes en donde la encuentras como está historia, una cría buena que robaron su inocencia, rompieron sus sueños, y fue humillada por un vestido.

Una madre buena exigente, estricta, y la que no permitía fallos en su primogénita, su voz siempre suave con energía y mando llamaba su niña, sin repetir una vez su nombre.

Un día esta pobre zagalilla, fue ultrajada de la manera horrenda, despojándola de su inocencia, pero el cobarde malévolo, luego dijo tú belleza me atrajo, me sedujo, y tú eres la única culpable de lo que paso.

Esta muchacha trataba ante las circunstancias de proteger a este mal tipo, pero ni así comprendió que solo quería salvar su misma ridícula vida.

Pasó el tiempo y la madre sospechó algo, al ver a su hija, le vio toda demacrada y muy delgada, no quiso preguntar, para no saber bien la respuesta, pero la enérgica madre, trató a su hija como a cualquier empleada de casa.

No tenía un ápice de clemencia, cada día amenazaba con contar al padre, y la pobre niña lloraba en silencio, y lo único que rezaba para no seguir alimentando amargura a su alma buena.

Llegó el punto que ya no se podía ocultar más el fruto del pecado, se vio obligad a huir dejando una estela de humo, misterio, desaparición y si sombra.

Una carta contaba que esperaba un niño y que pedía al padre que no le siga porque ya las cosas se habían dado y una vida latía en su vientre y llegaría lo más pronto e inesperado.

Paso dos semanas y una tierna muñeca nació prematuramente de seis meses y una semana, dio un grito a las seis de la mañana, la niña,se convirtió en madre, su salud quebrantada, y sus ojos siempre llenos en lágrimas.

Pasó el tiempo su padre le buscó hasta encontrar a su hija, y le llevó de regreso a casa, con un bebé muy chiquito en brazos.

El padre estaba impresionado con la pequeña criatura, que parecía exactamente a su hija de niña, la madre siempre dura, estricta y hasta cierto punto grosera por que la hija desobedeció a su orden.

La madre conoció a su nieta y lo único que dijo la abuela, te perdono la vida porque traes una hermosa niña.

Pasó el tiempo y querían que se legalice por la iglesia, pero la muchacha no quería, pero fue la exigencia de aquel infame hombre.

Empezaron los preparativos, el quería una novia de blanco, como el cura dijo que era su derecho, la madre dijo en la fábrica que se fabrique el vestido, cuando el dijo tiene que ser blanco y del diseño que me gusta.

La madre cogió el dinero, y en ese lugar se confeccionaban los más bellos vestidos de novia, la madre fue por ver la tela, pero ella no quería que nadie viera el vestido, ni los preparativos de la boda.

Pasaron los días todo parecía listo, para el acontecimiento de ese matricidio, fue entregado un ridículo vestido como si fuera del color de la manteca mapaguira, entre blanco, beige y sucio.

El hombre vio el vestido casi se muere de susto, no era lo elegido ni lo planeado, las invitaciones nunca se imprimieron, la boda se canceló, la madre se hizo la enferma, el padre viajó de apuro, y solo tres hermanos a is tierno a la boda, el dicho novio, y el fue.

Nunca hubo vestido blanco, ni fiesta, ni algarabía, el novio supuesto se fue con los amigos muy disgustado, y furioso, por la afrenta cometida.

La pobre mujer se quedó sola con La Niña en compañía de su hermana y cuñado, no hubo fiesta, no hubo alegría, más que lágrimas, tristeza y un odio del supuesto marido.

Pasaron unos días y el pregunto a la madre que paso con el vestido y solo respondió una mujer ya parida no merece ningún vestido blanco, no fiesta, no regalos, porque es una simple mujer manchada, lo blanco es de Los Angeles o De la Iglesia pero para esa podré mujer jamás se vestido de blanco.

viernes

El Día Cuando Te Perdí

Un día triste, oscuro y lluvioso,

Mi corazón latía fuerte y ambicioso,

No podía entender mi angustia severa, 

De pronto vi una caldera,

Hervía algo en su interior, 

Al mirar a traves del exterior. 


Cuál infame e infausta noticia, 

Tenía que alejarme de la esencia,

Más amada de mi existencia

Me alejaron poco a poco de la estancia,

La vía que parecía interminable,

Con un sonido irrazonable, 

Se oían las piedras caer,

Como las lágrimas nacer y atraer.


Horas de dolor infinitas,

Por más que quería mis nochecitas,

Fueron eternas y no despertar,

Deseaba para no desesperar,

La noche opacaba el amanecer,

Que no quería aclarecer,

Sueños se pintaron de negro,

Y con fervor pedí un milagro. 


No llegó mi plegaria,

Al ser supremo a pesar que rogaría, Piedad tuviera con esta mujer,

Que nublaba mi canción,

Mis sueños se apagaron, 

El amor parecía agua en el torrente de la viña, 

No saciaba la sed de las uvas secas, 

Se secaba todo en mi corazón, 

Nunca pude amar sin razón. 


En mi mente se repetía tu nombre, 

Tú siempre fuiste mi hombre, 

Jamás juré no olvidarte 

Solo espero verte,

Para entregarme a ti amor,

Sin embargo los años pasaron,

Mis sentidos nunca te olvidaron.

martes

Mi Deseo

Con infinito deseo quiero que los años transcurridos,

Regresen a ti y a mi, con aquellas caricias, 

Que no nos interrumpan ni los ruidos, que

Inquietaban a nuestros labios, 

unidos con los besos más sabios. 


Que el tiempo retroceda inmensurablemente,

cuando fuimos dos locos enamorados, 

Entrelazadas nuestras manos y pensamientos soñados, 

Cuando cada beso nos inquietaba, 

Como mariposas que nos alborotaban. 


Recuerdo tener cerca mio,

Tus ojos de verde sombrío,

Tu piel tostada por el calor, 

Y podía ver de tu alma el candor,

El ruido del río como suave música celestial, 

Avivaba nuestras células,

Que parecían prisioneras en jaulas,

Para no desatar nuestro instinto,

Como después de beber una copa de vino tinto. 


Aquellos tiempos que nunca nos robaran ajenos, 

Ni la distancia podrá alejarnos, 

Dos almas generosas con un amor,

Indispensable lleno de un calor, 

Que sucumbirá como flama, 

Cuando tú y yo revivamos con calma. 


Lo que el destino puso un trecho, 

Hoy será un corto lecho,

Nos unirá como una tormenta, 

Llena de pasión con sabor a menta,  

Terminaremos unidos los dos amantes, 

Los cuales somos como dos diamantes.

lunes

Un Acertijo Llamado Vida

Nacer de un padre y una madre,

Niñez, adolescencia, mediana edad, años dorados, fin de nuestra existencia.

Como tiernos niños jugamos, nos divertimos, lloramos, reímos, nos lastimamos, aprendimos amar,

El mínimo problema corremos a los brazos de nuestros padres. 

De adolescente aprendemos amar profundamente, vamos creciendo, tenemos que enfrentarnos, problemas, buenos o malos,

Somos felices o infelices. 

Al ser maduros formamos un hogar,

Vienen los hijos si eres fértil,

Abunda la alegría, o lágrimas, desamor, la esperanza de seguir vivos, y luchamos por algo que llaman felicidad.

El tiempo pasa, los años vuelan,

Nuestras energías declinan,

Nuestro amor es maduro, conciso,

Parece haber llegado a la cima de la vida, lo es o no lo es. 

De mayor analizamos todo lo vivido, y lamentamos lo no vivido, 

Vivimos recordando las diferentes etapas que hemos pasado, buenas, malas, sabemos que fue correcto o incorrecto.

Cuando llega la vejez, nuestra belleza fue efímera, amamos intensamente, tuvimos una familia, todos han muerto, estamos totalmente solos.

Casi por terminar nuestro corto periodo en esta tierra, y meditamos que es este laberinto, confuso, rápido, enigmático y cuestionamos, Cuál fue el acertijo llamado vida.

Luego viene un silencio sepulcral, 

Un viaje a lo desconocido, donde vas, tú cuerpo se ha desintegrado, memorias se desvanecieron.

Viaje sin retorno, y jamás descubriremos porque nacimos?

Porque morimos?

Y jamás entenderemos, el acertijo llamado vida.