lunes

El Sacerdote y Bella

Había una vez una joven mozuela, que ayudaba en el almacén Religioso de su madre, a limpiar y mantener todo en orden, ya que cierto local era muy conocido por el pueblo.

Aquel día mientras sola estaba, recién llegada a esa ciudad, en la cual gente no conocía, uno que otro pariente que había visto una que otra de niña.

Su mente divagaba por problemas que le agobiaban, no había ese día gente que comprara, y mientras ella los cirios arreglaba, no puso atención quien entrara.

Cuando de pronto estaba subida en la escalera, para alcanzar lo alto de donde tenía que ir la mercadería, cuando ella si tío en su cintura, unas manos fuertes que la sostenían, que susto sintió, sin saber que pasaba, de pronto, estaba en los brazos de un hombre desconocido, que le miraba directamente a sus ojos.

Sorprendida y un poco aturdida, se quedó sin palabras y tan solo ella miraba al hombre que le sostenía, muy mozo, de piel blanca, pelo negro, ojos verdes, su camisa tenía un poco abierta y descubría un hermoso Cristo crucificado de oro, que brillaba como si fuera una luz, que emitía esa cruz.

Mientras entrelazado miradas, un silencio casi mágico los rodeaba, de pronto el hermoso hombre, casi susurrante exclamó “simplemente Bella” en el momento de miradas entrelazadas nuevamente el buen mozo replicó “No sabía que los ángeles bajen del cielo” de pronto la joven reaccionó, suavemente le dijo! Me bajas por favor.

El con una sonrisa respondió poniéndole con mucho cuidado, en el suelo frío de ladrillo del convento, el silencio reinaba mientras solo con sus ojos hablaba.

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